La importancia de las afinidades
- Jhon Mart

- 25 feb 2018
- 1 Min. de lectura

A Federico, un profesor de literatura en una escuela de preparatoria, le dolía el desinterés que muchos de sus estudiantes manifestaban abiertamente en sus cursos. Él siempre ha sido una persona amable y de buen humor. Muchos jóvenes se aprovechaban de su carácter amigable para hacerle saber, mediante comentarios sarcásticos, bostezos y muecas, que las lecturas y tareas que Federico asignaba les parecían muy aburridas.
Hace un tiempo le aconsejé a Federico que se esforzara en hallar similitudes entre personajes literarios y las vidas de sus estudiantes. “Haz el experimento de hablar sobre un héroe o un antihéroe de un relato cualquiera y pregúntales si sienten identificados, y por qué se identifican”, le dije.
Semanas después, Federico me contó que en una clase llevó a cabo el experimento que le propuse con resultados asombrosos: “Hablé sobre un personaje que está estudiando medicina solo para complacer a su padre, y que se siente inmensamente desdichado en su universidad. Les pregunte si sentían identificados con esa situación…
“¡Y la reacción fue inmediata! Hablaron muchísimos estudiantes y con una franqueza que no esperaba. De manera muy espontánea, se formó un debate sobre la libertad de escoger el propio destino y los deberes con la familia. Si antes casi todos los estudiantes querían abandonar el salón apenas terminaba mi clase, esta vez muchos terminaron disgustados porque no pudieron compartir sus opiniones. Les prometí que en la clase siguiente les daría la oportunidad…
“Desde ese entonces, mis clases han sido más participativas que nunca. Confieso que tenía mis dudas sobre tu consejo. Me pareció que restaría seriedad a mi curso, pero debo decir que funcionó a la perfección”.






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