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Pequeños pasos, grandes triunfos

  • Foto del escritor: Jhon Mart
    Jhon Mart
  • 25 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

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Treinta años de sedentarismo, hábitos alimenticios nada saludables y adicción al cigarrillo tenían a Mónica al borde de varias enfermedades crónicas y peligrosas.

Pero más que las articulaciones, la acidez y las dificultades para respirar, lo que más le dolía era sentirse decepcionada de sí misma.

Había perdido la cuenta de las dietas, las rutinas de ejercicio, los libros y los cursos de audio para dejar que fumar que empezó y abandonó al cabo de unos meses o un par de semanas.

Odiaba su imagen en el espejo y la fatiga que sentía al caminar más de 50 metros. Pero también odiaba la sensación de hambre que le producían las dietas, el ardor muscular que la invadía un día después de ir al gimnasio y la ansiedad de las noches sin dar bocanadas de humo.


De repente, una de sus compañeras de trabajo que también estaba en riesgo de infarto y de padecer diabetes, le propuso que dieran un pequeño paso cada semana. Un lunes decidieron estacionar sus autos en los espacios más lejanos de sus oficinas y de los centros comerciales a los que iban a almorzar.

El viernes se felicitaron, porque gracias a ese experimento habían perdido una libra. El lunes siguiente se propusieron no consumir bebidas azucaradas. A la semana siguiente habían perdido dos libras.

Semana a semana se fueron planteando retos sencillos y los cumplían, porque les parecían alcanzables.


Al cabo de dos años ninguna de las dos fumaba. Familiares y amigos se asombraban de verlas participar en maratones locales, y las miraban trotar por las calles como si fueran otras personas que nunca hubieran lidiado con problemas de salud.

La historia de ambas demuestra el poder de los pequeños pasos, de esas decisiones que nadie aplaude, porque no son drásticas ni tortuosas, pero poco a poco pueden llevarte a grandes hazañas.

Si quieres corregir un defecto de tu personalidad, ser más activo físicamente o cambiar hábitos que te están perjudicando física y mentalmente, no necesitas torturarte.

Si piensan en la alimentación o el entrenamiento como en un castigo por varios años de pereza y descuido, es como si intentaras bajar un refrigerador o un piano de cola desde un quinto piso tirándolo por la ventana.

¿Harías eso? ¡Claro que no! ¿Cómo lo harías? Llevándolo despacio, escalón por escalón.

El entrenamiento personal, el coaching que te lleva a objetivos sostenibles en el tiempo, es el que comprende tu naturaleza humana.


No siempre serás constante. Algunos días no querrás pararte de la cama. En ciertas noches comerás dos o tres trozos de esa pizza o ese pastel del que ya has disfrutado una cantidad suficiente.


Cambia paso a paso, día a día. Celebra tus triunfos más imperceptibles y no habrá meta imposible para ti.


 
 
 

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